jueves, 27 de octubre de 2011

Coñac con mangos

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Por Maestro Molinas

• Coñac
• Mangos
• Vaso old fashioned
• Cucharilla de postre

La primera vez que tuve constancia de la existencia de un cóctel que mezclaba mangos y coñac fue con la lectura de una vieja novela (no recuerdo el título y años después soy incapaz de ubicarla en los estantes de mi biblioteca, pero existe, se lo aseguro). Citaba el texto la costumbre cajún de macerar mangos pelados en coñac y dejarlos enfriar durante unas horas para después beber el ponche resultante deleitándose con la fruta embebida de licor. Se decía que la bebida nacía del matrimonio de los mangos de la Florida y del coñac que destilaban los acadianos francófonos de Luisiana. Ello supondría, de ser cierto, que nos hallamos ante un cóctel nacido en los Estados Unidos pero de orígenes tan dispares como Francia y la India. De Francia llegaron los acadianos, los mangos de la India. En el Indostán son conocidos desde hace 4.000 años aunque no se introdujo su cultivo en la Florida hasta el año 1833.

Es frecuente en la cocina cajún la mezcla de sabores. Encontramos la combinación de mangos y coñacs en salsas y compotas para el acompañamiento de carnes y pescados. Sobre el ponche de coñac y mangos existen, como en todo cóctel, diversas recetas. La elaboración en sí resulta sencilla:

• Se pelan y se trocean dos mangos maduros en dados (para cuatro personas; un mango de tamaño medio es suficiente para dos combinados)
• En una jarra de cristal se mezcla al gusto con el coñac elegido. La mezcla admite coñacs de cierta entidad si bien con un solera de Jerez acertará. Recomiendo preparar por separado en vaso old fashioned cada uno de los cócteles. Disponga los mangos troceados en el vaso y cubra con el coñac hasta alcanzar las dos terceras partes del vaso.
• El cóctel debe mantenerse refrigerado en la nevera por dos horas aunque si dispone de tiempo y los mangos no están del todo maduros puede dejarlos macerar una noche. Eso sí, no se descuide o acabará bebiendo puré de fruta.
• Sírvalo directamente de la nevera sin añadir hielo.

El cóctel admite algunas variaciones:

• Añada un golpe de lima o limón y azúcar si desea un sabor aún más dulce o, por decirlo de alguna manera, tropical.
• Si el resultado es demasiado fuerte para su paladar pruebe a rebajarlo con agua mineral helada. Mejor que el hielo.
• En el caso de no disponer de mangos, una alternativa aceptable pueden ser los melocotones.

Es este un cóctel de sencilla elaboración y, aún para los bebedores renuentes ante los coñacs, mucho más asequible al paladar de lo que pudiera parecer en principio. Eso sí, no olvide que se trata de un combinado potente y no se deje engañar por la adición de fruta. Al paladar mediterráneo sorprenderá el beber un coñac frío. Los fumadores de puros descubrirán un maridaje sencillamente diferente.

Aunque le parezca poco glamouroso sírvalo con una cucharilla de postre: este cóctel se bebe y se come. Resulta ideal para tomar entre horas, como acompañante de una lánguida puesta de sol o como postre. Si así lo ha decidido y desea elevar al paroxismo sus papilas gustativas acompáñelo con una tarta selva negra o un postre de chocolate negro. El éxtasis está garantizado.

En cuanto al maridaje musical, resulta obvio recurrir al pausado calypso Under The Mango Tree canturreado por una exuberante Ursula Andrews en 007 Contra el Dr. No (Terence Young, 1962) la primera aventura cinematográfica de James Bond. Por aquello del sabor cajún le recomiendo dos clásicos del folclore estadounidense: La Danse de Mardi Gras en la excepcional versión de Steve Riley & The Mamou Playboys, y el arrebatador Hey Joe interpretado por el acordeonista Buckwheat Zydeco.




Los mangos para la elaboración del cóctel y que ve en la fotografía han sido cedidos por Spanish Mango.